sábado, 31 de diciembre de 2022

Lo que llega, lo que se va

 



Antes no estaba,

Después estuvo,

Y luego otra vez dejó de estar.


Primero no era, 

Luego fue,

Y más tarde dejó se ser nuevamente.


¿Porqué rechazar entonces lo que llega?

¿Porqué retener desesperadamente lo que se va?


Abandonando todo intento de manipulación,

En el agua que corre hacia el espíritu del valle me dejo llevar con el desatino de un loco.


Ciegamente confío en ese río,

Y en que solo el amor puede sustentar la vida que ahora está siendo,

Para luego irse una vez más a otras formas, a otros reinos

A continuar siempre, a seguir siempre, a perdurar sempiternamente sin jamás cortar el hilo.

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viernes, 30 de diciembre de 2022

El posadero y el Viajero

 



El que se preocupa e intranquiliza no es otro que el simplón posadero, jamás el Viajero.


El que guía los pasos por el infierno es Virgilio, la luz áspera de la razón. Pero hasta ahí llega. Se le tiene vedada la entrada al paraíso. Allí sólo se ingresa de la mano de Beatrice, y del recuerdo de su amor.


Cuando me abruman los asuntos del Tonal procuro ir al río a acallarme. El humito del silencio me arrima a la contemplación y a la presencia de las enseñanzas calladas del Biguá sobre la piedra, y a que el Viajero me abra la puerta de su habitación y me cuente cuentos de sus andanzas.


Me dice que todo está bien en la Posada, que está cómodo aquí y que yo solo me preocupe de limpiar su pieza de extraños y de servirle otra copita del elixir que le permite seguir su fantástica peregrinación.

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jueves, 29 de diciembre de 2022

Tu parte


 


Dios sale de su divina inoperancia y empieza a sembrar.

El maestro abandona su mutismo y aún en calzoncillos desde la cama comienza a enseñar al rayar el alba.


Dios y el maestro se completan a sí mismos con la Creación y con el discípulo.


Cielo fecunda a Tierra y ésta en su apertura y receptividad da consumación al poder eterno.


¿Te pusiste a pensar en tu papel en todo esto?

¿Dónde cae toda esa Fuerza en vos?

¿Sos tierra seca y pedregosa donde nada germina nunca?

¿Sos camino populoso, donde todo es pisoteado y bastardeado inmediatamente?

¿Cae entre cardos y malezas que ahogan la palabra apenas es sembrada?

¿O sos tierra fértil para que la creación y la enseñanza rindan ciento por uno?


¡Hacé tu parte!

Ayudar a que Dios y el maestro se completen es la Gran Disciplina, y sin disciplina no hay crecimiento, ni enseñanza ni creación.


¡Oh, voluntad interior, no te distraigas!

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Recibir al viajero

 



Ser hospitalario con el Viajero es el primer paso para empezar a conocerse.

El Viajero lleva el mensaje de quién soy yo y de cuál es mi camino correcto. Lo trae desde eones y distancias siderales. Él sabe el secreto y tiene el martillo y el cortafierro para demoler toda ignorancia.


Está adentro de nuestra habitación más íntima.

Ponerse en su presencia, estar a su servicio con una atención delirante que descarta y pone en segundo plano cualquier otra cosa.


El Viajero en sus noches de ebriedad susurra verdades a los oídos más duros.

¡No lo eches a la calle! Por el contrario, ¡sírvele más vino! 

En su bolso está guardada tu esencia más secreta. 

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El viajero

 



Algo adentro nuestro viene realizando un fantástico viaje.

¿Cuántas veces lo dejamos solo y nos centramos en los laberintos áridos de la mente, de la explicación, de la búsqueda de significado o por correr detrás de lo meramente utilitario, calculado y material?


¡No dejemos solo al viajero! ¿No ves que solamente él tiene la Verdad de quién sos? La lleva en su bolso raído de burda tela, pero en el momento de oscuridad, puedo verla brillar.


Como un poeta ebrio muero en el río un día tras otro queriendo besar a la luna que se refleja en el agua.


Únicamente si el viajero me sostiene puedo evitar el encantamiento.


Caminar junto a ese andariego es mi única ocupación cuando logro no perderme. 


Luego nos reencontramos, nos damos un abrazo y seguimos andando.

Siempre, sin abandonarlo ni un instante.

¡No te separes ni por un momento! Tenelo siempre presente, él te irá develando todos los secretos en cada curva del viaje.


El meollo de nuestros asuntos no será esclarecido por nadie más. Por ninguna escuela ni por ninguna abultada cuenta bancaria.


Ese viajero exige total presencia. Ya está susurrando mientras da un paso tras otro por mis polvorientos senderos de adentro.

¡Aquí están mis duros oídos, oh andariego! Regálame hoy una clave más, que ya nace el día y el Camino me llama.

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Los que confían

 Tener con quién compartir el santo tecito de la verdad y así poder abrir el corazón, ¡qué bendición más preciada!


Vernos amorosamente,

Cuidar al que deposita la confianza como el tesoro más delicado.

Y acompañarnos en el viaje como las bandadas de pájaros, que se alivianan la fricción del viento entre todos en sus vuelos.


Intentar manipular y sostener la caída de las máscaras y la disolución del personaje es la frontera entre el que se queda solo y los que se animan a hacer claro lo oscuro.

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Alcanzar el centro

 



Alcanzando tu centro,

Lo externo deja de necesitar ser manipulado.


Buscar alocadamente acrecentar el conocimiento,

Correr desesperado tras La Clave es jamás llegar al meollo del Asunto.

De este modo, algo cada día aumenta más y más.

Tomando al Gran Camino como modelo, cada día disminuye algo más y más. 

Y menguando hasta desaparecer el buscador, Eso que no puede nombrarse se alcanza sin buscar.


¡Relajarse! No hay nada que ponerse a hacer.


El centro no se logra saliendo a la periferia.

El Yang jamás alcanza lo que tiene que abrirse y vaciarse para que la Conciencia se eleve.


El cultivo del Yin es el modo en que la naturaleza trabaja sin hacer nada, la manera en la que se sustenta y perdura.


Cultivar el Yin es un acto conciente de voluntad interior, no un accidente.

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Cuando el Tao predomina en el mundo

 



Cuando el Tao predomina en el mundo nadie tiene demasiado que hacer.

Todas las cosas, sin siquiera darse cuenta de ello, alcanzan su armonía y llegan cada cual a su consumación.


El Gran Camino se encuentra al principio y al final de cada paso que dé cualquiera de los fenómenos que existen en el cosmos.


Antes, durante y después de la lluvia que riega los campos,

En la santa inundación que fecunda las islas,

En cada floración, en las pariciones sanas de los animales, en el perfecto orden sin esfuerzo en que las estaciones se suceden sin disturbios.

En que un gobernante sabio ocupe el sitio preferencial y que nadie sepa de él,

En la caricia inconciente entre dos amantes,

En que la alegría popular sea natural, espontánea y sin medida.


Cuando el Tao no predomina en el mundo,

Se traman estrategias,

Se aplican protocolos,

Se piensa en leyes y regulaciones,

Se exhorta a la fidelidad del súbdito y a la obediencia del ciudadano.

Se enseña moralidad, se ejerce la cortesía, se apoya todo en los que imparten justicia y castigos y se pide solidaridad,

Amor a la patria y se fomentan todo tipo de fiestas.


Si el Tao está aquí entre nosotros, no hay nada que hacer, y la barca navega mansamente como si no tuviera ocupantes.

Si el Tao se ausenta de aquí,

Hay mucho trabajo que realizar, y a cada trabajo realizado, el Tao se aleja aún todavía más.

¡Qué calamidad!

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Los que se hermanan

 



No se quién puede gustar de imponerse cuando el infinito manantial que es el otro aporta siempre su agua pura.


Cuando la Confianza de los quijotes es el Acuerdo entre nosotros, ni siquiera los vientos de poder pueden voltear ese árbol.


Descansa en mí, que yo lo haré en vos cuando los ruidos de la batalla me dejen sordo. Tenemos lomo para eso.


Los que se hermanan en el camino y la trinchera, los que combatieron espalda con espalda, como Fierro y Cruz contra las partidas en el pajonal,

Contra las perradas del gobierno y de su ley,

Y contra los mercenarios nauseabundos de la dádiva,

Son hermanos para siempre.

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La sacudida

 



Cualquier sacudida en nuestra aparente normalidad debería hacernos revisar profundamente nuestra cosmovisión.

Una patología, un accidente, situaciones que nos enfrentan obligadamente al cambio.


Es caprichosa la vida, tiene un secreto que tenemos que develar.

Y mientras tanto andamos con las muletas de nuestro sistema, nuestra convicción, nuestra idea de cómo son las cosas.


Vivir es cambiar. 

Tener flexibilidad y capacidad de adaptación a las mutaciones es crecer.

No es resignación ni fatalismo. Es el convencimiento de que existe un orden interno en todo, y que saber nadar en esa corriente es la mayor estrategia.


A veces, todo lo que necesitamos es un cambio de perspectiva. Hacerle una gambeta a cómo vienen las cosas, y encarar el arco por el lado opuesto al que nos estaban esperando.

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El combate


 


¿Cuántas veces hemos librado ya este combate?

¿Cuántas veces habremos de realizar la masacre de parientes, ancestros, tradiciones, la oxidada moral que nos moldeó, oh, sublime Antiguo Universal?


Suenan ya las trompetas, una vez más, llamando a la carnicería.

El Gran Hacedor-Destructor trona en la Consciencia para conducirla al siguiente escalón.


“¡No cedas a la cobardía, oh guerrero! No es propio de ti. ¡Sacude ese despreciable temor y levántate! Oh, alma que viaja, sin morada dónde descansar, ¡Realiza la atroz matanza sin temor, mira en sus ojos cómo te desprecian y cómo odian tu camino que los denuncia a cada paso!


El ejército en cual te alistaste, está frente al de ellos. No hay ya tiempo de renunciar a la acción.


Pasado el fragor de la guerra, luego mira el horror, la sangre, los miembros cercenados, los templos derrumbados, los dioses muertos, las escuelas quemadas, los viejos libros incendiados y los maestros asesinados.


¿No sientes una insondable paz ahora? Observa adentro, hay un silencio como jamás experimentaste. Y en tu interior también están los restos del combate fatal.

Es ahí donde fue librada la guerra, creyendo que combatías afuera, en los campos.


¡Mira! Ahí están todos ellos renacidos, tu conflagración terminó.

Y eso, mi querido amigo, hace revivir afuera a todo y a todos, con una nueva mirada, como flores que nacen tras el devastador paso de los ejércitos."

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¿Tiene amor tu Verdad?

 



¿Cómo inicia este fantástico viaje?

Desde el punto en que esa gota enigmática se separa del océano infinito y cobra conciencia individual para realizar su periplo hasta más tarde volver.


Veo a todas las cosas surgir, dar su paseo y regresar a casa.

¿Y quién me está observando a mí hacer esta gira mágica y misteriosa?


Todos los caminos, todas las búsquedas, todos los andares, los encuentros y desencuentros que transitamos para descubrir finalmente que la única Verdad es el amor, esa melodía secreta que sostiene al Universo.


¡Tanta prédica escuchada, tanto sermón, tantos convencidos encarcelados he soportado en el ascenso al cielo como una insignificante partícula de vapor!

¿Y tiene amor tu Verdad?


Voy condensando,

El tenebroso océano de la vastedad y el anonimato espera por mí.


He pegado la curva fundamental. Despacito, sin apuro, vagando libre y tranquilo voy regresando a casa.

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Dejarse llevar por los niños

 La iluminación está lejísimos del que la busca. Mucho más del que la persigue mediante prácticas y ansiedades propias de un ambicioso que va detrás del éxito y la riqueza.


La benevolencia está a años luz del que se pone a practicarla, y la sencillez se retira inmediatamente de quien la ejerce.


Mejor dedicarse simplemente a vivir y responder a la vida tal cual es, siendo radicalmente quien se es. Observarse humilde y honestamente y rectificar si es necesario. 


Pero por más desconcertante que sea tu acción, no te detengas a cada paso para explicarte. No hay tiempo, la tarea debe ser cumplida.


Todo lo artificioso es ajeno al Camino. Es feo, vulgar.

La exageración es contraria a la Gran Vía.

El esfuerzo es un gran malentendido y la virtud una medalla que sobra.


Dejarse llevar por los niños y los animales. Ellos son los baqueanos de los senderos correctos.

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Fragmentos de una novela jamás escrita

 



“Ya viví en el monte y en los cerros y me alejé milenios de la civilización.

Navegué los arroyos más desolados y habité las islas más solitarias donde aún queda un puñado de hombres libres.


Ya fui salvador del mundo, intenté la revolución, fui santo y ermitaño.

Comí esto o aquello, defendí determinada ética, pero nunca pude alistarme a ningún ismo. Y eso trae siempre fricciones con los que sí.


Me alejé de gente “tóxica” siendo yo Chernóbil.


Sentado en el silencio oí “Mána” en dos oportunidades, y el camino del sanador comenzó por mí mismo, en algún lugar que ya no recuerdo. Y esa palabra -fuerza con la que aquella voz me bendijo y que años después cobró significado se ordenó y se extendió al mundo entero.


Fui al silencio, más bien éste me encontró. Y esa potente melodía callada que sostiene al Universo se apoderó de mí con una imantación irrenunciable.


Y aunque hablo, no hay ruido,

Y aunque hago, no hay más acción.

No quiero liberarme de ningún sufrimiento,

No busco trascender ninguna materia ni el apego a nada,

Ni que ningún Dios se acuerde de mí en el momento de la cruz.


Lo que expresan los ojos de los que amo al verme son todo el mensaje que necesito, mi religión, mi ciencia y mi ocupación.”


Fragmentos de una novela jamás escrita.

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El encuentro con la verdad


 


El encuentro con la verdad puede ser totalmente desestabilizador.

Verse honestamente es un instante demasiado duro. Si no es duro, no te has visto aún.


Hay caminos floridos y sauhumados en los que parece que hacemos el trabajo interior, pero no hacemos nada.


De nada sirve la suavecita ñoñería namasteroide si la rabia inconsciente corroe tus entrañas.

De nada sirven los ritos y ofrendas mirando al Cielo o a la Madre si mi hermano tiene quejas contra mí,

Si ignoro a mi hijo,

Si no logro acercarme a mi padre,

Si toda mi oscuridad postergada es escupida a raudales sobre quien me acompaña.


El Cielo y la Tierra se unifican en la conducta que observo hacia los demás,

No en como me visto,

No en lo que como,

No en como hablo,

No en donde vivo,

No en qué canto.


El Cielo y la Tierra se revelan en mi propio descubrimiento,

En cómo me acecho a mí mismo,

En cómo transmuto dolor en amor,

Exigencia en olvido,

Enojo en servicio,

Abandono en presencia,

Ficción por autenticidad radical,

Cálculo por espontaneidad,

Culpa por libertad de gozar de la vida,

Esfuerzo sin sentido por Disciplina con sentido,

Pereza y autocompasión por desarrollo de una inquebrantable voluntad interior.


Verse salvaje y crudamente,

Ver a los demás.

Eso es todo,

Y no hace falta un disfraz.

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Susurros del I Ching, hex. 54, Kuei Mei, La Desposada.

 No anteponerse a nadie es una regla de los que poseen algo de sabiduría. Y entregarlo todo sin más recompensa que vivir la aventura de caminar y caminar por senderos nuevos e ignorados.


Ocasiones ocurre que ante el anillo que nos toca portar y conducir a los fuegos de Mordor nos sentimos absolutamente insignificantes e incapaces de tan abrumadora misión.


Pues entonces observo estrictamente la no-acción, y que el destino inevitable decida y guíe mis pasos a través de los innombrables peligros.


Y cuando actúo, con el anillo colgado al cuello como si cargara con todo el peso del mundo, lo hago con una serena alegría, como un inconsciente y tonto ebrio que ignora la gravedad del asunto.


Y soy una frágil muchachita que entra a la casa de un gran señor suscitando toda clase de murmullos.

Entre las miradas ásperas de las esposas legítimas, aporto  humildemente mi sencilla gracia a este reseco hogar en el que falta hoy tanto amor.


Y así, por la eternidad del fin reconozco lo perecedero, y cediendo en todo, cediendo siempre hasta el dolor nada se interpone en mi camino a la Puerta de todos los Misterios, Madre de toda Maravilla.

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 Susurros del I Ching, hex. 54, Kuei Mei, La Desposada.

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Contemplación y gratuidad

 La contemplación tiene que ver con el ocio, con la gratuidad, con el nada que ganar.

No con el negocio, con el obtener algo a cambio, con lograr un beneficio.


La mirada contemplativa de la vida es una pérdida total.

No tiene relación con el éxito, con el renombre, con nada útil.

El contemplativo es un perfecto inútil para este mundo.


Pero quien se sostiene en su sitio, ahí sentado quieto sin hacer nada aún estando en actividad, en su cabal inoperancia fecunda es una invitación a los demás  a encontrar su propio centro, su propia mirada gratuita de la existencia.

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“Dónde hay un cadáver, allí se juntan los buitres”

 “Dónde hay un cadáver, allí se juntan los buitres”

(Mt. 24-28)


Todo camino espiritual o religioso tiene que transcurrir en torno a algo Vivo. 

Las vías verdaderas son atemporales.

Si tu Camino consiste en adorar un cadáver, te convertís en un buitre. 


Los ritos vacíos de sentido son como la danza que esos carroñeros realizan para disputarse los restos.


Si Cristo -o aquello que guíe tu sendero- no es algo Vivo en tu diario trajín, sino interpela tu existencia hasta su fundamento, sino modifica toda tu vincularidad, si no está latente en todo tu proceso interno a la hora de las comprensiones y las acciones y las abstenciones, entonces se trata de una momia, de una pieza de museo, de un cadáver exquisito que emana ya olores nauseabundos.

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Todo rompen

 Conciencia no es saber algo,

Despertar no tiene nada que ver con acceder a determinada información o actuar en el mundo con alguna idea previa de como son las cosas.


Personas altamente identificadas con el lado luminoso de la fuerza derraman inconcientemente su ira santa y su represión interna sobre su gente querida, hijos, amigos, padres, hermanos, Cristo y María santísima mientras agotan sus horas en predicar lo buenos y acertados que son a los demás.


El curso de la naturaleza es ajeno completamente a las locas acciones humanas.

Y la vida de los hombres está sumida en la completa oscuridad de los que se proclaman portadores de luz, de progreso, de verdad o de cualquier otra categoría.


Todo rompen.


Si yo poseyera la sabiduría andaría por las orillas de esta civilización, me dedicaría a no tener ninguna idea, a no realizar ningún plan y a vagar libre y tranquilo con el único equipaje de mi divina ignorancia, que me permite responder espontáneamente a las mudanzas.


En la taberna, en el templo, entre amados y amadas, olvidado de mi y recordando que nadie espera absolutamente nada de este discípulo del destino, y que he venido a tocar el mundo lo menos posible, como quien acaricia un vientre con una delicada pluma de colibrí.

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¡No sepas qué hacer!

 Cuando no sos ninguna otra cosa que lo que sos, no hace falta ningún sistema, ningún libro de instrucciones ni seguir métodos diseñados para acceder a ninguna budeidad o iluminación.


La Experiencia de esta mudanza que somos se abre simple y sin esfuerzo, corre suavemente como un agua que baja de la montaña, sin intención ni objeto más que seguir el viaje.


¡No sepas qué hacer!


Confiar radicalmente en el propio carácter es el Camino, la Verdad y la Vida.

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No hay sanador sin padecimiento

 No hay sanador sin un terrible padecimiento,

No hay elevación sin derrota

Ni logro sin impedimento.


La responsabilidad por un pacto ajeno es una atrocidad,

Ahogado en sangre propia muere quien fue él mismo sin artilugios.


Saber ceder

Navegar la frugalidad,

Nutrirse de esa fuerza vulgarmente llamada amor

Y poner en jaque la importancia personal.


Si yo poseyera la sabiduría, el resto de las cosas empezaría a importarme casi absolutamente nada.

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El ceño fruncido

 Mirar la vida sin penetración hace que la más mínima complejidad aparezca como caos.

Mucha gente vive entre el blanco, el negro y la absoluta perplejidad.


Todo guarda un orden secreto y quien ve lo pequeño tiene vista clara.


Una tortuga enseñó a Fuxi mientras holgazaneaba en la orilla del río los principios que rigen los caminos del universo y la brújula para guiarse por el sendero.


Consultar el oráculo del viejo y absurdo libro no consiste en buscar una suerte o destino más o menos incontrolable, sino en tratar de descubrir el orden y armonía internos de los acontecimientos para adaptarse a ellos.


Pero esta adaptación no es resignación ni fatalismo, sino la convicción de que existe un Tao interno en todas las cosas y fenómenos, y que saber adaptarse a los tiempos y aceptarlos como son es el único camino para una vida feliz.


La despreocupación es un signo del que está en el mundo pero no ha sido tomado por el mundo.

El ceño fruncido y la mirada absorta es el sello del que pretende retener y rechazar.

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¿Te gusta dónde estás?

 Cada cual puede ir recapitulando los pasos que lo trajeron hasta aquí.

¿Te gusta dónde estás?


Hacerse el tonto es un hábito y un vicio demasiado arraigado.


Los gritos y el silencio inconmensurable en una caverna perdida.

Un bautista loco purificándonos a la logia de los desorientados en un recodo del río Belén.


Todo se cae a pedazos si comienzas a ascender, y es mejor no estar atado a nada.

Ni un poco de romanticismo hay en la luz, ni ninguna cosa que cualquier incauto desee encontrar. Es un juego de muerte.


Verse no es fácil.

Encontrarse es preciso.

Descartar lo que no es,

Flor de quilombo.

¡Jamás honres pactos en los que no has participado!

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Vengan y vean

 Cada vez que le preguntaban, él no soltaba largos discursos o complejas explicaciones sobre el elevado Reino del espíritu.


Cuando querían saber cómo vivía, escuetamente respondía “vengan y vean”.

Cuando los seguidores del que allanaba su camino lo indagaban sobre si era él quien tenía que venir, o era necesario aún esperar más, él solo decía “vayan y digan lo que ven: los ciegos abren sus ojos, los que no podían caminar van sobre sus propios pies, los sordos oyen, los muertos recobran la vida.”


No hay nada que esperar, la “vida eterna” o más bien “vida verdadera” es un darse cuenta brutal y salvaje de que es ya mismo. Con el que está. Sin explicaciones alejadas de la experiencia.


¿Qué complejísimo código de conducta proponía el descalzo de Nazaret?


No más ley que la gauchada, sin más pensamiento que en el Eterno.

Del dos hacer uno. Unificar todo lo que está separado en una sola inspiración.

Dijo el bodhisatva del bajo Belgrano: “Solo prueba reunir el mundo disperso”.


Comprendiendo esto, el honor de salvar al mundo se lo dejo a los héroes, a los inteligentes. Y a los buenos y justos, a los santos, la bendición de amar a toda la Humanidad.


Dar pan al que te pide, porque soy yo quien tiene hambre.

La túnica a quien la necesita, por que soy yo quien está desnudo.

Visitar al que está preso, porque soy yo quien permanece encerrado.

Ir a acompañar al enfermo, porque yo vivo convaleciente.

Poner una copa más en la mesa y beber con quien se acerque el vino de la unión, porque soy quien necesita la divina embriaguez.


No después, ahora, con el que está.


Abrir los oídos, fortalecer la mirada. 

Andar por los caminos vagando libre y tranquilo.


Libertad, amor y servicio.

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Hallar tu medicina

 Ya he concluido la búsqueda. Encontré mi medicina, ha aparecido mi médico y no tengo nada que hallar que no esté ahora mismo en éste lugar.


Si llegan novedades, las recibo anchuroso; si se retiran, las dejo partir sin retenerlas.


Me quedan los años, meses, días, horas y segundos que el Tabernero se digne despacharme.


Los entrego suavemente, sin ansiedades, como quien sabe que ya juega gratis el partido.

Estoy a mano con las cosas gruesas de la vida. No debo nada ni me deben.


Por las buenas todo, por las malas nada.


Voy hacia los demás y los dejo llegar si vienen, dando lo mejor de mis capacidades y talentos, a quienes estén cerca para amarme y ser amados por mí.


Hasta que llegue la pacífica vejez, sencilla vejez, me mantendré joven, niño, hasta retirarme definitivamente a no hacer otra cosa que el ejercicio de la dulce contemplación de las mudanzas de los fenómenos y los tiempos.

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Fragmentos de una novela jamás escrita

 



“Somos criaturas del viento,

Y salvaje es el viento.


Y sin pensamiento abandoné un día el sitio donde el tótem de los conceptos era un calabozo que me imponían los tiempos.


Los inorgánicos dieron su paso, y me marché a la playa donde el océano dialoga con la tierra.


Pero el viento es una presencia que atraviesa todo límite.


¡Suelta la ilusión! Dijo ese viento salvaje.

Lánzate a la bestial corriente en la que late la vida y Lilah juega su juego mortal.


Sin ideas del yo ni imagen de sí,

Sin retención de nada, dejar rodar.


Soy una criatura del viento,

Y salvaje es el viento.


Descarté todo lo que pude el personaje teatral,

La impostura tiene un límite que conduce al callejón. 

La importancia personal lleva pies de arena y garras de león.


La noche era espectral y perfecta. 


Quise lanzarme a la bestial corriente y ahogarme,

Mientras corrían alrededor mío  lobos blancos por la costa, saltando árboles espinudos y cactus brujos.

Me vi hundirme entre los remolinos en una playa del Sur, hasta que la magia se fue sellando en mi corazón.


Y salvaje es el viento,

Y bestial la corriente,

Y portentoso el Poder de la hembra negra que alimenta matando y sostiene a los seres abriendo la puerta de todos los misterios.


Para morir

Y renacer,

Y ser el mismo viento,

Y la bestial corriente

Donde se juega el juego del olvido y la presencia, 

Del Eterno y del lamento del que no percibe más que su escaso tiempo y finitud.”

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Fragmentos de una novela jamás escrita

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El camino correcto

 Toda nuestra vida está yendo irreductiblemente hacia alguna parte, con un claro sentido determinado.


Logres o no verlo, tu vida va, no está fija.


Podemos vislumbrar el rumbo,

Nuestros pies van dando pasos por un camino que va hacia allá, y no hacia otro destino.


También hay quienes van perdidos en la cerrazón, buscando rumbo a manotazos. Pero también esas vidas van.


Las cosas que hacemos, las personas con las que nos vinculamos, están o no en armonía con ese camino. 


Pero el camino correcto lo establece el corazón, y no la mente con su idea sobre cómo debe ser nuestra vida, sujeta a un código externo.


Elevar la conciencia profundiza la visión y la sensibilidad para detectar lo que rompe con esa armonía.


¿Podes verlo? Identificar claramente esto vuelve muy sencillo el diagnosticar si los aspectos de tu vida están en armonía o no con tu Camino.


Este trabajo,

Esta pareja,

Este lugar donde vivo,

Esto a lo que me dedico,

¿Son armónicos con mi camino, o producen ruido, disonancia, estancamiento?


Eh ahí el crudo diagnóstico del cual nadie con observación interior puede escapar.

Luego, el coraje para tomar decisiones... Hasta que lo inevitable decide.

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Reconocer a alguien como maestro

 Reconocer a otro como maestro es un portentoso acto de entrega y humildad.


Pedro lo hizo abiertamente con su amigo Galileo, cuando éste preguntó: “¿Y ustedes, quién dicen que soy yo?”


Nuestra arrogancia y nuestra incredulidad (también una larga historia de abusos es cierto) nos impide ver a otro como la tradicional figura del maestro. 


Aprendemos de este o de aquella técnicas, saberes, distintas cosas, pero no erigimos a una persona como verdadero Maestro, esa figura que está siempre presente en nuestra vida, esté o no esté físicamente, guiando nuestros pasos.

Ese que no enseña nada, pero que descascara todo lo que no es auténtico en vos.


Alguien cuya sola presencia conmueve tanto nuestra conciencia que nos arrastra a la expresión de nuestra mejor versión.


Conservar el poder personal y la verdad interior es fundamental, si. 

Pero la entrega al maestro, aún sin comprender, es una escuela de las más exigentes, a las que a pocos les es dado asistir en estos tiemposmodernos.


¡Benditos los invitados a la cena del algún máster o a compartir un santo tecito con él!

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Sin sustento para la mente

 ¿Es posible vivir sin un sustento para la mente, sin adherir a algún sistema predeterminado o código de conducta diseñado por otro, y solo responder a las mudanzas del tiempo siendo espontánea y auténticamente yo mismo?


¿Es posible una acción orientada a no romper jamás la armonía interna de la situación, de los fenómenos y los seres? ¿Una no-acción?


A las personas les es difícil sentarse a no hacer nada, sino que se sientan a meditar.


Les es extraño simplemente mover su cuerpo de aquí para allá como la naturaleza requiere, sino que salen a hacer actividad física.


Les es desconocido alimentarse como un homo sapiens, sino que deben seguir una dieta.


Les es imposible no ir en los pensamientos más allá de la situación, sino que practican atención plena o mindfullnes.


Todo pareciera requerir un porqué, un nombre, un camino. Así la naturalidad se pierde y la artificialidad termina por afearlo todo.


Si yo poseyera la sabiduría me dedicaría a descartar por completo todo eso y a vivir sin alharaca la vida tal como es, sencillamente tal como yo soy.

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Diluir el juicio

 Puedo ver en calma, que cuanto más diluyo el juicio, menos conflicto existe allá afuera.


Parece simple y mágico, pero una mente silenciosa no encuentra con quién pelear,

Un corazón aquietado no halla oposición,

Porque él no se antepone a nadie.


Y así, la observancia de unos pocos y sencillos preceptos cambian el punto de encaje de la percepción del mundo.


La botella alcanza para todos y la embriaguez es dulce y placentera.

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Susurros del I Ching, hex. 9, La fuerza domesticadora de lo pequeño mutando a hex. 11, La Paz.

 La miserable fuerza de los pequeños busca domesticarnos. Un ave de corral siente terror ante el águila, y sueña con su captura y encierro.


Ocasiones ocurre que el poder de la oscuridad nos retiene como a bestias de carga. Con cuerdas imaginarias, tranqueras delgadas que derribaríamos de un solo pechazo pero que nuestro temor impide.

La pavorosa fuerza conjunta de los insignificantes que juegan quizás sin saberlo para la liga del mal busca mantenernos amansados, ignorantes de nuestro poder, haciendo que sospechemos de nuestra ansia de libertad y despliegue. 

La llama de Lo Creativo clama en nuestro interior y busca viajar como el Viento, tocando con su suave influjo a todas las cosas del mundo.


Son cosas pequeñas las que nos retienen. Miedos, inseguridades, temor por lo material, confort, excusas…

Mantener el temple es esencial. Refugiarnos en nuestra verdad interior suavemente, como brisita que sopla alejándose de la Comarca, descubriendo lejos el poder que llevaba adentro.


Nuestras capacidades, en el lugar incorrecto, son como nubarrones que no traen lluvia.

En el sitio adecuado, llueven y derraman sobre la tierra abundante agua bendita.


Jamás colaborar con la pequeña miseria. Rectificar las propias con un enérgico avance en el sentido del bien y hacia donde nuestro “Te” -nuestras capacidades personalísimas, nuestra esencia auténtica- puede desplegarse en plenitud y llegar a su consumación.


Hacerse cimarrón, asilvestrarse, abandonar el corral, moverse del lugar incorrecto para desplegar todo nuestro potencial, y así alcanzar el sitio adecuado donde el equilibrio se logra, la paz se alcanza.

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Susurros del I Ching, hex. 9, La fuerza domesticadora de lo pequeño mutando a hex. 11, La Paz.

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Ser hijo del instante

 Ser hijo del instante,

Poseedor de no más que la tierra que pisan mis abarkas.

El peso de las cosas es muy grande,

Y nadie precisa más que lo necesario.


La insoportable tensión de quien quiere tener razón,

Defender una reputación,

Explicarse ante un malentendido,

Sostener un éxito,

Escapar al fracaso,

Endiosar la coherencia.

Todo eso es muy agotador.


Si poseyera sabiduría, no me ocuparía de otra cosa que ubicarme en el centro del mandala que es mi vida.

Desde allí todas estas cosas carecen de importancia. Solo me despreocuparía por completo y  me dispondría a girar con la transformación de las formas.


Dar lo mejor en cada situación en el lugar que te toque.

No quedarse con nada,

No quitar nada a nadie.

Ir hacia el Cielo,

Hundirse en los socavones del alma.

Fijar las prioridades, un si, un no, una línea recta, una meta.


Éxito en lo pequeño,

Saber cuándo es suficiente es la más alta maravilla.

Nadie precisa más de lo necesario.

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El que no escucha se queda solo

 Sin tener mucho que decir,

Las palabras me eligen como vehículo hacia los otros.


Prefiero escuchar más que hablar.

Y que el otro se escuche a sí mismo a través mío.


Es aterrador a veces, y cierro mis oídos y mi energía cuando alguna espina es lanzada por el santito o por alguien que me ama tanto como para decirme lo que ve en mí. 


Pero es con esa persona sin dudas mi camino, y no con quien regala azucaradas palabras calculadas.


Porque el que no escucha se queda solo, y mi destino son los demás, que me llevan a mí mismo, hacia la existencia y a que el Gran Misterio se revele en ellos para mí.

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Eludiendo las palabras

 La verdadera fuerza de la vida elude las palabras,

Que sin embargo son comprendidas por quien ya no está él ahí al sumergirse en la vastedad del todo.


Y sin ser del mundo, deambula vagando libre y tranquilo por él tocando todos los vericuetos de la vida cotidiana con la suavidad de una caricia hecha con una delicada pluma de colibrí.


Sin sacro y profano,

El vino y el amor,

La feria y el templo,

El fútbol y la erudita cátedra,

La cama ardiente y la grosera risotada.


Sin esfuerzo, naturalmente,

El agua del río sube, inunda los terrenos y besa las patas de los humildes ranchos isleños,

Y a las horas se retira callada,

Sin reclamar ninguno de los frutos de su benéfica fecundación.

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La melodía silenciosa

 Hay una melodía silenciosa en el universo que no debe ser perturbada.


Poder oírla sin interferir y tocar solo la nota justa si te llega el momento es la más alta sabiduría.


Si yo la poseyera viviría solamente para no provocar disturbios a esa música secreta, y mi total existencia estaría dedicada a esa atención del no-hacer.


Anclarse en la virtud con la sola intención de no practicarla.

Fijar las prioridades, dar el paso y nunca dejar de andar.

Encontrar el camino para descubrir que no hay ninguno más que vivir la vida tal como es, tal como yo soy, sin mirar de reojo ningún modelo de conducta ni esperar la aprobación de nadie. 

Y al observar a mi alrededor, sentirme acompañado por los maravillosos vagabundos del Dharma, viajando juntos de colados en este tren que cruza el tiempo y el mundo.

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La Fuerza escondida

 Si tu virtud permanece oculta, el día que deba aflorar estará intacta.


Si es expuesta en la feria como una atracción de circo, entonces nunca fue virtud.


Soy devoto de esa fuerza escondida que todo sustenta y no se adueña de nada.

La venero en el río, en el biguá meditador, que tras horas de contemplación da el golpe fatal al bagre. 

En los ojos de mis hijos y en su pasión conmovedora.


Tocar el mundo lo menos torpemente posible. 

Hacer tantra con la vida desde la quietud, el centro de la energía y los sentidos alerta.

Y el desborde y la desmesura en el instante exacto, sin culpa, sin pecado, sin reproche ni tampoco suspirar por los aplausos. 


Dejar que todo corra y siga su curso natural.

No hay nada que retener, eso es una horrible enfermedad humana.

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Enemigo de la extravagancia

 No soy amigo de las extravagancias 

Ni me deslumbra lo que aparenta complejidad.


Prefiero un tronco a una escultura,

El cerro periquillo al Empire State,

El valle de Belén a la ciudad de París,

El arroyo Lolota a la calle Florida.


Disciplinarme asistemáticamente en las tres o cuatro cosas que me llevan por rumbo cierto es la potente pedagogía que me aplico.

Y dejar completamente en paz el resto de los asuntos sin interferir en lo más mínimo.


Así llegan las voces en el viento,

El qi, la sangre y los líquidos corren por los meridianos

Y la Idea se da a luz completa, sin elaboración entre el océano de silencio carente de diálogo interior.

Ningún método enseña el amor, que es la melodía secreta del universo.


Aquietarme

Moverme

Profundizar el estudio

Liberar el espíritu hacia donde quiera volar, sin esa cosa incomprensible que llaman espiritualidad.


El esfuerzo es un horrible malentendido.

Toda exageración es contraria al Camino y es una señal de alerta para retornar a la simplicidad.

No es de sabios brillar como jade ni resonar como un sonajero de piedras.

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Prioridades

 Sobra en el mundo ligereza,

Abunda la agitación.

¿Aquí o allá? 

Hoy esto, mañana aquello. 

Todo viento interno, aburrimiento y desesperación.


Una conducta liviana carece de raíz. 

Un ir y venir sin dominio es como el alocado movimiento de un eje descentrado.


La calma es la Señora de la inquietud.

Lo que tiene sustancia es Señor de la insustancialidad. 


Quien en su comportamiento tiene prioridades y un camino cierto ya no necesita ni meta ni objetivo. Ha llegado a destino en cualquier sitio en que se encuentre.

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Fragmentos de una novela jamás escrita

 



“Llegar al fin de todo camino es recién empezar a caminar.

En la búsqueda ansiosa y voraz toda la vida se pierde, se escabulle de las manos como una pequeña lagartija del desierto.


En algún recodo de las innumerables sendas que mis pies gastaron un extraño y risueño cantinero tocó a mí puerta. Y cuando abrí, era la entrada a su enigmática taberna.


Un poderoso impulso que llegó desde lo más hondo del Misterio me hizo pasar.


El brujito me indicó mirar por la ventana, y vi que la vida tal como es, es para ser vivida tal como soy. 

Nada que agregar, nada que quitar. Nada que rechazar cuando llega, nada que retener cuando se va.


Me susurró al oído… “Despreocupate, lo inevitable decide”.


Sin camino, avanzo. Sin forma, me reconozco. Sin meta, llego. Sin discurso, me hago entender. Sin mérito, Eso me Ve.


Me señaló otra vez el exterior. Como desde una colina pude ver absorto los cien caminos que recorren los buscadores.


Unos pomposos, raros, extravagantes, otros más simples, severos, austeros, otros complejos, brillantes, profundos, otros berretas, ramplones.


Me invitó a la mesa el raro cantinero y compartió conmigo un santo tecito. Y ya no sentí necesidad de caminar hacia ninguna parte. 

Mi única ambición de allí en más fue conseguir ese sitio en la mesa de la extraña cantina en la que se embriagan los perdidos, los que han descartado ya toda búsqueda que no sea el nacerse con lo que trae la vida ahora mismo y aquí mismo, simplemente, con los que están.”

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Fragmentos de una novela jamás escrita

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Foto Francisco Varone

Silenciarse

 Las personas que habitan en un profundo silencio interno son como irresistibles vórtices de atracción.


Todo su hacer y su no-hacer proviene de allí. Incluso todas sus palabras surgen paradójicamente de ese sitio.

Un centramiento abrumador, suave y líquido a la vez.


Todos los que los miran automáticamente se aquietan.

Nada oyen, pero sin embargo son  alcanzados por un mensaje.


Su acción es tranquila y despreocupada, eficaz y de una fuerza portentosa pero sin estridencias.


Ahí va, con su extraña bicicleta y su perro en la costa del río,

O en la cocina, haciendo su magia con el alimento para los demás,

O en medio de la plaza leyendo su libro o simplemente mirando a la gente pasar.


Yo estoy seguro de que en toda persona existe ese rincón, esa caverna en la que no hay ya más ruido y en la que poder instalarnos definitivamente, o entrar y salir a gusto.

No hay método para encontrarla,

Ningún sistema que seguir.

Sencillamente algún día ocurre y ya nada es igual.


Una vez ahí el yo se silencia y pasa a ser observado por el enigmático testigo que está detrás de todo, sin el menor diálogo interno.

¿Cómo es esto? No lo sé.


Pero sin sentirse especial en absoluto, sin hacer declaraciones al respecto, el silencioso rompe sus barreras y su “algo” llega un poco a todo lo que se le acerca.

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Descansar del Dos

 Descansar del dos,

Y no argumentar más acerca del uno.

Simplemente si hay viento,

Seco mis alas si están mojadas.

Sino, vuelo si es preciso.

Sobre una piedra o una estaca contemplo todo lo que está ahí sin diálogo interno.


Si pasa un pez, lo capturo,

Sino, sigo en silencio en hondo ejercicio de espera creativa.


Y reposo de la agotadora defensa de esto o aquello,

Avanzo ya sin demorarme en el dualismo. O me quedo holgando hasta que Dios se digne hacer todo aquello de lo que yo ni pienso ocuparme.

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Si la pelota te elige...

 



¡Apacigua esos brillos!

Si la pelota te elige, aceptala y tratala como se merece, si no te elige, ¡No empieces a revolear patadas ni te vuelvas loco si injustamente no te cobran un gol!


Observalo todo desde un rincón de presencia interior. Buscar destacarte solo te traerá mil problemas y distracciones.


Contempla la trama que enlaza los asuntos en lo secreto, más que los asuntos mismos.

Más que las lustrosas palabras y geniales ideas, los actos.

Más aún que los actos, aprende a leer la energía de la gente.


Tu silencio interior, tu estandarte.

Tu tranquilidad, un método.

Tu presencia sin distracciones, una patria que no tiene fronteras ni rechaza a nadie.


Todo es un juego a fin de cuentas y la pelota rueda entre los que habitan plenamente el instante. Si pensás demasiado, la perdés.


Sin honores ni medallas que cargar, mejor. ¡Qué impedimentos para ser!

Pasar sin dejar huellas ni aparentar ser especial.


Ahí, en los bordes, orillando la ciudad y la locura todo se vuelve más lento, claro, sin agitación, y la tormenta no impide que continúe el juego.

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Gloriosa reunión de histórico Bulongo. Qué lindo volver a transpirar el mantel!

Sin dudas que de nuestra camiseta se inspiró Spinetta para la tapa de su disco Pan.

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El poder no necesita proclamarse

 



Dice una voz popular en la sabana africana: “El poder no necesita proclamarse.

Camina con elegancia y dignidad, como el cántaro que reposa en el suelo, como el paño que cubre el cesto.”


Un carácter desarrollado no se ejerce,

Una gran virtud no se practica,

La fortaleza interior no se autoafirma.

Todo discurre con la sobriedad de un manso arroyito de montaña que simplemente va, sin pensar demasiado, bajando en su curso hacia la disolución en el lejano mar, sin titubeos, en su permanente decir adiós.


Sencillamente avanza, dando de beber sin preferencias a todo aquél que se acerque. Fertilizando y humedeciendo valles y hondonadas, y yéndose.


Así, quien practica su virtud no la posee,

Quien ejerce su carácter no es dueño de sí,

Quien autoafirma su fortaleza interior tiembla de debilidad.


La noche fresca, 

El sol quemante,

La sudestada,

La luna y sus fases,

Y el hombre natural, que sólo está ahí, como un cántaro que reposa en el suelo, el paño que recubre el cesto, o la mujer que amamanta.


No pensar tanto en sí o no, esto o aquello, yo y los otros.

Qué gran virtud.

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Pintura anónima.

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Identificaciones

 Si te identificas con la desgraciadita, tu personaje produce todas las condiciones necesarias para representar ese papel.

Si te identificas con el banana, tu personaje a su vez produce esas condiciones.

Lo mismo el exitoso, el malote, el santo, el militante. Cada personaje exige su escenario.


Pero ojo, cada cual, como el payaso triste o el mujeriego que se siente solo, trae escondida su sombra siniestra. Y ella reclama también que te identifiques y seas plenamente ella.


Modificar tu punto de vista cambia el mundo.


Tirar todos los trajes a la basura y ver quién está ahí al fondo. No hay tal desgraciada, santo, banana ni exitoso. 

El desatino controlado es el arte de jugar el juego de roles sabiendo que es un partido de Truco, donde el engaño inocente, la picardía, el guiño, el gesto fastidioso, el avance falso y la retirada simulada son dominio del hábil jugador.


Tenemos conciencia de que todas nuestras estrategias son inútiles porque en definitiva, no hay sobrevivientes en la tierra. Pero actuamos como si en nuestros actos y en nuestras manos estuviera la salvación. 


¡Nada está fijo! Y no hay nadie ahí para hacer planes y cálculos reales y serios. Ni personaje ni personalidad.


Tirarse al río e ir hacia donde el agua grande propone. Desnudos, al sol, sin retener. Como Dios, que es tan sólo un niño jugando, pero sabe que se trata de un juego a muerte en el que él siempre gana.

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Nada de más, nada de menos

 Todos los seres y fenómenos están manifestando el proceder del Gran Camino.


Ningún ser está haciendo otra cosa que lo que está en su personalísima esencia, lo que su auténtica naturaleza le dicta.

Nada de más, nada de menos.


Solo una extraña criatura deambula por el mundo sin saber adónde dirigirse. Y sin embargo, su gesto es tan firme que pareciera indicar que cree que sí lo sabe. 

Y todo lo que esta rara organización psico física toca -como un Rey Midas al revés-, se echa a perder.


Contemplo estas cosas y comprendo que cuánto menos seguro me siento en mis pasos, más acierto.

Cuánto más lejos ando de los usos y costumbres del modo Huinca de vivir más cerca estoy de conducirme por la Vía del Cielo,

Que cuantimás abandono los anhelos que dicta esta tragicómica Majestad, más saciado estoy,

Y que cuantimenos sé lo que decir, gano en elocuencia.


Veo a todo brotar de una misma raíz, hacer su viaje y regresar.

Excepto a los que marchan en una línea recta, utilitaria, directo a dónde sus amuralladas convicciones los conducen. 

No sé en qué abismo termina esa ancha avenida. Desde aquí aún no soy capaz de verlo.

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Sendero oscilante


 


Ando un sendero oscilante entre la suave vereda de la maestría en obviedades,

Los ásperos arenales del camino del guerrero,

Los silenciosos templos del santo y la ruidosa taberna de los ebrios de Dios.


Practico ceder con el que me irrita y al que me compite le regalo todo.


¿Dónde cultivar la tolerancia, la paciencia, el desprendimiento? ¿En la ermita? ¿En el espacio controlado de mi jardincito o con mi domesticada mascota?


¡Qué sencillo es querer al que te la hace fácil!

El buen perro es el más obediente.


Junto al espíritu del valle me hago madre de todas las cosas. Con una insignificante aguja y las manos del hijo del carpintero a todos procuro dar de beber, alimentar y curar.


Otras veces soy un maldito cabrón. Mi compasión es dura y severa y lanzo al abismo al indolente y al flojo. 


El peso del mundo y el tremendo dolor de los hombres me lo quito corriendo largas distancias, en el ring o frente a la bolsa mis puños me llevan al reino sagrado del no pensamiento y del reequilibrio necesario de la fuerza vital.


Y así se desliza la vida, entre mi asiento frente al río y las cosas del mundo. Por esta senda que no conduce a ninguna parte el aplauso jamás llega, ni la virtud que deslumbra al gentío puede practicarse de manera brillante. 


¿Porqué cuento estas cosas? Qué se yo, porque es gratis, y quizás mis palabras tocan un alma y se recuerda a sí misma.


Fugitivo de la exageración y lo especial, siempre fui invisible a mi pesar. Hoy tengo el poder de hacerlo cuando quiero.

Apaciguar el brillo,

Desacumular conocimiento,

Acumular ignorancias.


Un camino irracional y sin sistema alguno, en el que quien parece avanzar va para atrás y el que va para atrás avanza con firmeza.

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El encuentro real en el no saber

 Solo es posible el real encuentro si son dos que se allegan desde su no saber.


Y uno entonces se abre y se llena de algo y avanza en el vacío que  el otro permite, derramándose.

Y se hace el mágico espacio donde todo puede suceder.

Y es la otra parte la que ahora se llena y da un paso hacia la vastedad que el otro polo ha liberado.


Así es el servicio mutuo de los que se nutren,

La danza fluida de Vacío y Plenitud.


En el amor, en el amigo, en la hermandad, entre el hijo y el padre,

En el servido y en el servidor.

Una reciprocidad de nadas que se encuentran e intercambian espacio.


Si yo sé y vos sabes no existe real encuentro. 

Hay solamente dos envases llenos disertando su disparate.

No existe sorpresa ni enriquecimiento. Solo un pedo mental esperando a que el otro deje de emitir ruido por su boca para poder hablar.


El que se atrinchera en sus ideas se queda solo.

Quien no concibe otra forma, otra posibilidad, un camino lateral, se pierde en el estancamiento. 

De pronto abre los ojos, levanta la vista, y ya no hay nadie ahí.

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Fragmentos de una novela jamás escrita

 



Tres claves comprendí, 

El santo brebaje y la atmósfera impronunciable envolvían la noche.


En la vorágine de un baile loco que enterró mi seriedad mientras detonaban risas salamanqueras en alguna cueva perdida hallé tres liberaciones.


En cada vuelta algo susurraba, quizás fue ese río que siempre se está yendo...

“Date cuenta de que todo se va, de que nada permanece inalterable… ¿Qué vas a hacer con eso?"


La música retumbaba, los diablos bailando, uno en cada oído arrojaron la sentencia: “El libre albedrío es una ilusión”… “Tu yo consciente es una islita ínfima en medio de un vasto mar”… estás a merced de fuerzas y poderes sobre los que no tenés la menor influencia… ¿Qué vas a hacer con eso?"


Cuando la estridencia se calmaba, una cabra cantó a capela mirándome con sorna: “Date cuenta de que vas a morir, ¿O acaso sos inmortal? La única decisión que importa es qué hacer con el tiempo que te queda, que no sabés cuánto es. ¿Qué vas a hacer con eso?"


Abrí los ojos y el sol parecía el de siempre pero no. Y yo no estaba, no sé quién está ahora, ni qué hace, ni quienes son todos ustedes. 

Pero aquí estoy, para servirte amigo querido, amiga querida, sin que tengamos nada que explicar, ni nada que decidir.

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Fragmentos de una novela jamás escrita.

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Ningún camino, ninguna dirección

 Ningún camino, ninguna dirección.

Tan solo vivir y estar atento cuando Eso está ocurriendo.

El río corre. Y no puede tu vista fijarse en él sin ir en seguimiento detrás.


¿Porqué es necesario buscar la explicación, disipar la experiencia hablando y pensando acerca de ella?


Que nadie esté ahí haciendo planes cuando el fenómeno acontece.

Estar ahí en plenitud y focalización, tal como uno es. Sin nada a nadie deber. Y sin pedir aprobación.


Y Eso transcurre, como agua que se escapa de las manos. Llega, hace su recorrido y se va mientras el testigo observa.


Y otra vez, no queda nadie ahí haciendo planes cuando el fenómeno se retira.

Sin embargo, alguien contempla. ¿Qué es esa conciencia sin yo?

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Quedarse quieto secando las alas es mejor que no saber adónde dirigirse

 



Vivir hacia ningún lado en particular,

Liberarse de la defensa y la explicación,

De la necesidad de sostener esto o aquello y perder por completo la forma.


Tomar de las cosas lo que nos otorga poder sin dogmatismo y desterrar toda acción, todo pensamiento que nos debilita fugando nuestro Newén o nuestro Mana.


La voluntad de expansión y afirmación de nuestro ser auténtico es el camino hacia la vida.

Proteger al personaje y sus locas ansiedades es la ruta hacia la muerte.


Quedarse quieto secando las alas es mejor que no saber a dónde dirigirse.

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Cuando llega la palabra

 Cuando la palabra acude dulce y suavemente la dejo recostarse serenamente sobre el papel. 

Ocasiones es silencio, otras impetuosa y decidora.


A veces el placer del pensamiento me abruma. La idea llega entera, sin trazas de elaboración, total, sin residuos.


Y así la actividad se hace a un lado decorosamente.


Cuando la experiencia es quien toma la iniciativa, el hilo de la mente se corta y no se interpone. El diálogo interno se silencia para no estorbar el flujo del acontecer.


Los pies en el agua

Son alas, antenas, oídos, garganta.

El ocio y la contemplación son primordiales.

La medicina santa, vegetal, el Gran Camino hacia la paradoja de la disolución y la total conciencia del ser.


Y pájaros,

Y juncales,

Y orilla,

Y el biguá meditador

Y una ciudad en la que me desvanezco para no dejar huellas al andar.

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El ego juega al libre albedrío

 



El ego juega al libre albedrío.


Con suma prolijidad hace planes y realiza la patética mímica de que tiene el control.


¡Amigos! Bajo el océano que somos se agitan poderosísimas fuerzas que no somos capaces ni de concebir.


Allí, en esas profundidades, se teje nuestro destino y están las respuestas a todas nuestras inestabilidades, reacciones, rechazos y preferencias.


Y la pequeñísima barca que es nuestro Yo conciente no pincha ni corta en la hora en que lo inevitable decide.


A veces irrumpe sobre el botecito alguna pista de lo que pervive bajo las oscuras aguas.


Como un antiquísimo llamado que llega de lejos, el ausente Cthulhu aguarda soñando.


El triste y arrogante barquero lo intuye súbitamente, pero jamás abandonará sin violencia la idea de que él es quien dirige la nave.

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Querer siempre más

 



Queriendo siempre más terminamos en un atolladero de cosas que defender.


Buscando siempre más algo termina por faltarnos.


Sosteniendo permanentemente el personaje llegamos a callejones sin salida.


Persiguiendo saber siempre más llegamos al empacho que nos paraliza.

Y saber es saber hacer. Esa lucecita en la acción. Ese fogoncito en el no-hacer.


Porque no quiero más estoy siempre satisfecho y nadie tiene nada que robarme.


Como ya no busco las cosas del Reino, el mundo ordinario se me convirtió en el Cielo.


Porque desarmo en cada mensaje del santito mi personaje, puedo no defenderme y calificarme a mi mismo con los peores adjetivos.


Porque ya no quiero saber más nada le doy luz al instante y lo que hago es porque lo sé. Y cuando me abstengo de hacer es cuando alcanzo el pico de mi modesta sabiduría.

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Matar a los padres, morir para los hijos

 



No importa la edad que tengas, seguir buscando la aprobación de Papá,

La aceptación de mamá

Son calabozos de los que es preciso fugarse cuanto antes.

No existe libertad posible sino. Las sombras de esas mazmorras se proyectarán sobre cualquiera de nuestros vínculos cercanos. 

¿Y quién será capaz de amarnos tanto para soportar semejante exigencia?


La confianza en uno mismo es auténtica maduración.

La confianza es poder personal para actuar en el mundo.


Suspender la incredulidad y compañar el flujo de la vida sin retenerlo ni demorarlo con nuestras caprichosas ideas de cómo deberían ser las cosas.


Comprendiendo profundamente esto, la más alta ofrenda que podemos darle a nuestros hijos es una total seguridad en sí mismos y nuestro acompañamiento absoluto y sin condiciones aún sin que entendamos o compartamos nada de lo que hagan o digan.


Liquidar impiadosamente a nuestros padres fue la llave de nuestra liberación. 

Ofrecer la yugular a nuestros hijos para que nos degüellen cuando así lo sientan es ayudarlos a desplegar sus alas.


De todas, no imagino otra práctica más elevada en la que enfocar mi voluntad interior.


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No-práctica, no-búsqueda


 


De todas las prácticas que he seguido, no seguir ya ninguna en particular fue la que más me llevó al Camino.


De todas las búsquedas en las que me empeñé, abandonarla por completo fue el mejor hallazgo.


Y así todo mi disciplina es férrea, como la de un sámana de bosque. 


Sin más que la no-práctica del aquietamiento, de no ir en los pensamientos más allá de la situación y de obtener así una nueva mirada del mundo en la que todo se presenta como nuevo me enfoco en la presencia, en los ojos que tengo enfrente, en la voz que me habla, en la mano que se me tiende, en lo que doy y en lo que me llevo procurando siempre no ser un vulgar ladrón.


Mi dojo en el que pruebo mis torpezas y brutalidades son los vínculos interpersonales y mi templo de adoración el metro cuadrado adonde esté parado en este instante.


Un santito me salió al cruce y me dejó huérfano de cabeza.

Mi corazón orientado a la Totalidad hace de cada pequeño detalle un momento sagrado y la devoción me hace discípulo de un río que parece mar.


¿De qué sirve a fin de cuentas todo esto sino para que el mundo agigante aún más  la brecha entre él y yo?

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Abrirse


 


Gente que es un misterio, que se abre y se cierra como flor de cactus de noche y de día.


Son abismos, a los que uno se asoma descuidando su frontera.

Llegan, se alejan, vuelven, se retiran.

Lanzarse a ellos, o dejarlos entrar, una empresa peligrosa.


Aceptar todo, no exigir nunca, no engancharse con nada. Verlos irse, y simplemente partir. Dejar pasar y agradecer la enseñanza.


El camino marca los pasos.

Percibir la energía de las personas, su dirección y su intensidad. Olvidar las palabras, una burda red para el que es capaz de Ver.

Y amarlos mucho, ¿quién sabe que terrores los abruman, qué dolor los amenaza desde el recuerdo, de qué peligros buscan protegerse en su inexpugnable atalaya?

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Pescador sin anzuelo


 

Contemplar el baile de los ciclos y la transformación sin desesperar ni caer en la frenética ansia conservadora.


Abandonar cualquier pretensión de importancia personal en el funcionamiento del mundo es muy liberador.


La mente ingeniosa se pone en acción si tenemos algo que ganar o perder en la feria o el mercado.


Entregarle toda esa ilusoria responsabilidad al Gran Misterio, a lo incomprensible, total, a fin de cuentas, lo inevitable decide. 

Retirarse a la borrachería a embriagarse de presente o a la silenciosa contemplación del río, que siempre muda su aspecto.


A mis espaldas, mientras escucho sus calladas y líquidas lecciones se siente la agitación del mundo por retener, por estabilizar, por conservar, por permanecer, por solidificar.

¿No lo oyen? Hace un ruido intolerable, grita ideologías, planes perfectos, tramas inteligentes, soluciones brillantes, sesudos trabajos académicos sobre esto o aquello que contradicen eso de más allá.


La sagrada inoperancia,

Pescar sin anzuelo,

Escribir con el dedo sobre el agua.

Enfocar la energía en las condiciones que llevan nuestro “Te” -nuestra esencia personalísima- a su plenitud es lo único que puede llamarse destino.

Distraerse de esto es encaminarse resueltamente a la vida-accidente.

Disciplinarse con una voluntad inclaudicable en este sentido es mucho muy importante.

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El "tempo" personal

 



Cuando comprendí cabalmente que mi “tempo” personal era lento, apaciguado, contemplativo, y fui consecuente con ese descubrimiento, todo mi universo se ajustó.


Si no tenía muchas necesidades, disminuyeron incluso aún más.


El ruido en el mundo está matándonos a todos. 

La velocidad, que para algunos escogidos puede ser acumulación de poder, para casi todos es una carrera hacia la enfermedad y la muerte.


Correr tras el éxito, el prestigio profesional, la riqueza… no sé ni por dónde empezar.

Lo que deslumbra al mundo, supe que opacaba mi vida.

El brillo que algunos anhelan, es lo que me sumiría en la más honda oscuridad.


Una vida sencilla,

Estar con las personas que amo y que me aman sin rollo,

Senderitos laterales,

Un río que mirar,

Decir un sí y un no totales, sin mayor palabrerío.


La verba pintoresca es una muralla que oculta la incapacidad de conectar claramente con el sentir.

Enredar a los otros con palabras, una estrategia maliciosa.


“Si no sabes qué hacer, no hagas nada”, me dijo mi máster. Y guardo esa enseñanza como uno de mis más preciados tesoros.

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El gran salto al vacío

 


Frente a la experiencia se pone en funcionamiento todo nuestro puntilloso equipaje de ideas. Y así un velo de tela mágica se interpone. Una fuerza desconocida prorrumpe para que esa vivencia se acomode de alguna manera a las herramientas mentales que tenemos a mano en nuestra pequeña islita del Tonal.


Comienza a operar nuestro habitual conocimiento del mundo y hacemos encajar la realidad en ese esquema. Y todo toma nuevamente esa coloración ordinaria, y algo se calma dentro de nosotros dejándonos más tranquilos.


Lo que en el brujo se aparece como magia es en verdad absoluta libertad, desasimiento total de estructuras mentales, morales, ideológicas.


Un ida y vuelta sin barreras entre el pedacito de tierra que pisamos y el vasto mar.


Entonces la vida se le ofrece en todos sus matices, posibilidades -por más inverosímiles que parezcan- y el poder que muestran estos guerreros en lo cotidiano, liberados de bueno-malo, esto-aquello es absolutamente incomprensible y hasta reprobable por los demás.


El Gran Salto al vacío es un abandono total. 

Un absoluto dominio de la pequeña isla. 

Y una maestría de entrega a las grandes aguas del misterio.

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El conocimiento silencioso

 


El conocimiento silencioso siempre anda merodeando por nuestros alrededores.

La cita está concertada de manera perenne y cada quien decide si acude o no.


Si te llegas a ese encuentro, no busques las explicaciones que se ajustan vos y a tu pequeña isla. Permítele expresarse sin interrumpir, hasta que acabe el momento.


Las veces que este humilde acupuntor y yuyero ha compartido una copa con él, en los lugares más fantásticos o en los sitios más ordinarios, el vicio de la explicación muchas veces se interpuso. Otras más, como la santa madre, guardó todas estas cosas en su corazón sin pretender la palabra adecuada. Y todo fue mejor así.


Con suficiente poder personal el silbo misterioso que viaja en el viento se hace mensaje, la comprensión nos visita, la conducta se ajusta impecablemente y la vida se vuelve entonces destino.


Sin poder personal, hasta la enseñanza más clara pasa desapercibida y el horroroso mar de aridez y dificultades que es la existencia del distraído continúa su curso sin interrupciones hasta que la eternidad lo llama para siempre.

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Pobre monje suburbano

 



Pobre monje suburbano,

Carente de orden, regla y monasterio.


Entre el cielo y la tierra construiste tu templo,

Y entre los hombres tu ermita.


Rezas incoherencias,

Escribes silencios

Y tu práctica es andar y deambular por caminos que no suelen  conducir a ninguna parte.


Un brujito pinchudo te muestra y enfrenta a ti mismo

Y un antiguo libro de absurdos sortilegios guía el sentido de tus acciones.


Abandonaste toda tarea,

Eres un holgazán disfrazado de asistemático,

Y en un perfecto presente a veces logras olvidar y liberarte de las delirantes tramas que enredan a los hombres entre el pasado y el futuro, la culpa y ansiedad.


Te gana la fantasía,

Te hipnotiza la magia como a un niño que juega al mar en un estanque.

Y te liberas de ella a veces por pura voluntad interior.


Contemplas al río, está tan tranquilo a veces, tan alocado otras, pero siempre tan despreocupado de las danzas a las que somete al juncal. 

Y entiendes el mensaje, ese conocimiento silencioso que decides guardar hoy para ti sin poder hallar palabras para compartirlo.

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No te vayas para siempre

 



Es precisamente en lo mundano donde terminamos de reconocernos.


¡La vida ordinaria es un recinto sagrado!


Aquí mismo es donde podemos identificar todos nuestros mecanismos imprudentes y destructivos, restarles poder y corregir nuestra actitud contraria al verdadero Camino.


En el mundo es donde se manifiesta aquello que podamos intuir o vislumbrar en nuestros estados de aquietamiento.


En la arena de lo cotidiano es donde observamos los resortes de nuestra total falta de impecabilidad. Allí es donde somos torpes, vulgares, negligentes, intolerantes, egoístas, calculadores, competitivos, dominantes, dominados, culposos con el placer y el disfrutar, dependientes, desalmados y faltos de compasión.


La vida ordinaria, esa que es solitaria y silenciosa, o aquella con olor a cocina, baño, ruido de niños y desorden, esa tan carente de halos místicos, espirituales y santos es precisamente nuestro taller de forja, nuestra fragua, trapiche, horno alquímico y transmutador, nuestro dojo de práctica.


Dijo: "Estén en el mundo sin ser del mundo". Qué maravilla.


¡No te vayas para siempre!

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Decir sí a todo, así lo quise

 Abrir los ojos y mirar hacia atrás.

A muy poquita distancia, más bien a la izquierda, está la que sí o sí un día nos invitará a bailar la última danza.


Cuando sintamos que es el día de nuestra hora, poder escribir la carta con la única línea que diga “Sí a todo, así lo quise”. Y dejarla pacíficamente sobre nuestra almohada mientras salimos a la pista de baile rodeados de nuestros amores, fantasmas, logros y fracasos.


Disfrutar sin culpa lo que se presenta en el instante perpetuo que se va irremediablemente.

El sabio chamán suizo de los sueños y la palabra se retiró de la sala, de la mano de la bailarina de la oscuridad, exclamando tres veces: “Qué maravilla! Qué maravilla! Qué maravilla!”


Y montando el dragón voló hacia el Cielo, sin necesidad de mirar ya para atrás. Porque agotar el presente en toda su intensidad, borra el pasado para siempre.

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Virtudes

 Prácticamente ninguna de las virtudes de las que te jactas y sobre las que sostenes tu vivir es tuya de derecho propio.


Como afirmó el anarquista Proudhon: “toda propiedad es un robo”. Y agregaría yo, incluso el usufructo de lo que consideras tu propia virtud.


No sos hermosa ni hermoso por mérito personal.

No hiciste nada por tu inteligencia.

¿Qué has hecho por tu fuerza,

Por tu habilidad para los negocios,

Por tu extraordinaria creatividad artística, deportiva,

Por tu coraje,

por tu carácter humorístico,

O por esa capacidad inagotable de agachar la cabeza y aguantar cualquier indignidad, eso que se llama “cultura del trabajo”?


Ni qué hablar de herencias de tierras, dinero  y esas cuestiones, de las que algunos se consideran meritorios….


El mundo social funciona en base a esta usurpación, y cada cual se arroga la que le tocó en suerte como ancho de espadas en este gran juego de Truco.


Hay otras virtudes a cultivar, suave y serenamente, como se cuida un pequeño jardín. Aunque no estoy seguro de esto.

Pero no sirven para sentarse a la mesa de este salvaje divertimento.


Esas virtudes tal vez sí sean cumbres a conquistar, pero nadie que lo logre siente ya la necesidad de exponer al público esas medallas.

Son para el silencio, el oculto servicio, para el regocijo interior, pero nunca para la gigantesca y ruidosa Feria de la Salada en que se ha convertido el mundo.

Pero tampoco estoy seguro de esto...

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Susurros del I Ching, hex. 28, Ta Kuo, La Preponderancia de lo Grande.

 Lo fuerte también encuentra su punto de quiebre, pasado el cual todo de derrumba.


Es preciso actuar enérgicamente, y a veces, un sereno y despreocupado no-hacer es la más enérgica intervención.


Como una gran viga maestra es nuestra psiquis. Tiene su punto de fractura.


La conciencia se prueba por cuánta verdad es capaz de soportar.

Y soportamos a veces por temor a ver. Vestidos de héroes, ocupados en aguantar el peso del mundo escapamos del Gran Ver.


Hay tiempos donde lo grande excede nuestra fuerza. 


Saber ceder. Que todo se venga abajo.

Cuando la soledad lo arrincona no se aflige.

Si debe renunciar al mundo no desespera.


Seguir el movimiento, 

Todo está siempre yéndose a otra parte. Esta es la verdad última del universo.


Lo que intentas retener puede quebrarse.

Lo que intentas retener puede quebrarte.


Cuando lo Verdaderamente grande prepondera es venturoso tener adónde ir.

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