jueves, 29 de diciembre de 2022

Sendero oscilante


 


Ando un sendero oscilante entre la suave vereda de la maestría en obviedades,

Los ásperos arenales del camino del guerrero,

Los silenciosos templos del santo y la ruidosa taberna de los ebrios de Dios.


Practico ceder con el que me irrita y al que me compite le regalo todo.


¿Dónde cultivar la tolerancia, la paciencia, el desprendimiento? ¿En la ermita? ¿En el espacio controlado de mi jardincito o con mi domesticada mascota?


¡Qué sencillo es querer al que te la hace fácil!

El buen perro es el más obediente.


Junto al espíritu del valle me hago madre de todas las cosas. Con una insignificante aguja y las manos del hijo del carpintero a todos procuro dar de beber, alimentar y curar.


Otras veces soy un maldito cabrón. Mi compasión es dura y severa y lanzo al abismo al indolente y al flojo. 


El peso del mundo y el tremendo dolor de los hombres me lo quito corriendo largas distancias, en el ring o frente a la bolsa mis puños me llevan al reino sagrado del no pensamiento y del reequilibrio necesario de la fuerza vital.


Y así se desliza la vida, entre mi asiento frente al río y las cosas del mundo. Por esta senda que no conduce a ninguna parte el aplauso jamás llega, ni la virtud que deslumbra al gentío puede practicarse de manera brillante. 


¿Porqué cuento estas cosas? Qué se yo, porque es gratis, y quizás mis palabras tocan un alma y se recuerda a sí misma.


Fugitivo de la exageración y lo especial, siempre fui invisible a mi pesar. Hoy tengo el poder de hacerlo cuando quiero.

Apaciguar el brillo,

Desacumular conocimiento,

Acumular ignorancias.


Un camino irracional y sin sistema alguno, en el que quien parece avanzar va para atrás y el que va para atrás avanza con firmeza.

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