jueves, 29 de diciembre de 2022

No te vayas para siempre

 



Es precisamente en lo mundano donde terminamos de reconocernos.


¡La vida ordinaria es un recinto sagrado!


Aquí mismo es donde podemos identificar todos nuestros mecanismos imprudentes y destructivos, restarles poder y corregir nuestra actitud contraria al verdadero Camino.


En el mundo es donde se manifiesta aquello que podamos intuir o vislumbrar en nuestros estados de aquietamiento.


En la arena de lo cotidiano es donde observamos los resortes de nuestra total falta de impecabilidad. Allí es donde somos torpes, vulgares, negligentes, intolerantes, egoístas, calculadores, competitivos, dominantes, dominados, culposos con el placer y el disfrutar, dependientes, desalmados y faltos de compasión.


La vida ordinaria, esa que es solitaria y silenciosa, o aquella con olor a cocina, baño, ruido de niños y desorden, esa tan carente de halos místicos, espirituales y santos es precisamente nuestro taller de forja, nuestra fragua, trapiche, horno alquímico y transmutador, nuestro dojo de práctica.


Dijo: "Estén en el mundo sin ser del mundo". Qué maravilla.


¡No te vayas para siempre!

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