jueves, 29 de diciembre de 2022

Silenciarse

 Las personas que habitan en un profundo silencio interno son como irresistibles vórtices de atracción.


Todo su hacer y su no-hacer proviene de allí. Incluso todas sus palabras surgen paradójicamente de ese sitio.

Un centramiento abrumador, suave y líquido a la vez.


Todos los que los miran automáticamente se aquietan.

Nada oyen, pero sin embargo son  alcanzados por un mensaje.


Su acción es tranquila y despreocupada, eficaz y de una fuerza portentosa pero sin estridencias.


Ahí va, con su extraña bicicleta y su perro en la costa del río,

O en la cocina, haciendo su magia con el alimento para los demás,

O en medio de la plaza leyendo su libro o simplemente mirando a la gente pasar.


Yo estoy seguro de que en toda persona existe ese rincón, esa caverna en la que no hay ya más ruido y en la que poder instalarnos definitivamente, o entrar y salir a gusto.

No hay método para encontrarla,

Ningún sistema que seguir.

Sencillamente algún día ocurre y ya nada es igual.


Una vez ahí el yo se silencia y pasa a ser observado por el enigmático testigo que está detrás de todo, sin el menor diálogo interno.

¿Cómo es esto? No lo sé.


Pero sin sentirse especial en absoluto, sin hacer declaraciones al respecto, el silencioso rompe sus barreras y su “algo” llega un poco a todo lo que se le acerca.

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